jueves, abril 07, 2016

LA BENDICIÓN DE ENLOQUECER

Anoche fui al cine del MALBA a ver un documental sobre Salinger. Dicho sea de paso, no había más de una veintena de personas y la película era gratuita. Es rara esta ciudad donde mucha gente no va a un Museo porque es privado o porque el dueño es multimillonario y resulta que hay mejores obras que en cualquier lado, y a veces, incluso gratuitas.
Terminada esta breve disgresión, voy al punto: Jerome David Salinger era el hijo conflictivo de una familia judía de la clase alta neoyorquina y se alistó en el ejército norteamericano para ir a pelear contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Esa típica bravuconada de los escritores alla Hemingway, que van a buscar la experiencia real aunque sea el horror, para después tener sobre que escribir.
El tema es que volvió trastornado. Eso queda bien claro en el film por testimonios varios y además, en lo que pasaría en su vida posterior.
El resto es historia conocida: escribió "The catcher in the rye" una de las novelas más importantes de mi vida y de millones de vidas. Y luego del éxito y el reconocimiento masivo, eligió recluirse, no dar más notas y finalmente, no publicar más nada, aunque siguió escribiendo metódicamente en su retiro hasta su muerte, acaecida en 2010.
El documental indaga en el misterio de su vida, hablando con sus mujeres, hijos, amigos y un largo etcétera. Todos dan su opinión sobre la conversión de Salinger en un solitario obsesionado con el hinduismo, el budismo y todo lo que aportara un poco de paz a su vida.
Creo que hechos como una guerra o la locura nos despiertan, nos obligan a cambiar el norte de nuestra vida, a salir del piloto automático e ir al hueso de la existencia misma.
Creo que eso le pasó a Salinger. Y es una bendición, no siempre bien comprendida.
Para los próximos años, se anuncia la publicación de varias obras que escribió en su retiro. Tal vez sean geniales o tal vez no. Tal vez nos revelen el sentido de nuestra existencia o tal vez no.
Lo único seguro es que Jerry Salinger hizo lo que sintió que debía hacer.
Y eso es mucho.


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