Cuando era un niño prometedor y bueno, allá en Coronel Suárez, todos me llamaban Pablito. Era un sobrenombre típico y simpático.
Cuando pasaron los 20 y seguía dando vueltas y haciendo cagadas, algunas vecinas chusmas y mal intencionadas comenzaron a llamarme Pablito otra vez. Esta vez, el sobrenombre tenía una carga importante de veneno. Seguía siendo el Pablito que no había crecido, eterna promesa inconclusa.
Pero últimamente le encontré una vuelta de tuerca mas: ahora soy el Pablito que pasó de todo y se puede reír de si mismo y también de los que se rien.
Simplemente: llamenme Pablito.
Si fuera así...
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Si las gotas cayeran hacia arriba
hasta anegar el cielo
Si este otoño inesperado
no estuviera tan fuera de lugar
Si esta lluvia invertida
no lavara...
Hace 1 año.
1 comentario:
groso,te dejo mis saludos..
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