Cuando era un niño prometedor y bueno, allá en Coronel Suárez, todos me llamaban Pablito. Era un sobrenombre típico y simpático.
Cuando pasaron los 20 y seguía dando vueltas y haciendo cagadas, algunas vecinas chusmas y mal intencionadas comenzaron a llamarme Pablito otra vez. Esta vez, el sobrenombre tenía una carga importante de veneno. Seguía siendo el Pablito que no había crecido, eterna promesa inconclusa.
Pero últimamente le encontré una vuelta de tuerca mas: ahora soy el Pablito que pasó de todo y se puede reír de si mismo y también de los que se rien.
Simplemente: llamenme Pablito.
Versos tachados
-
No todos los versos tachados
hablaban de vos
algunos buscaban sentido
creyendo saber lo que ha sido
morder el dolor
como si beber un vaso de arena
pu...
Hace 4 semanas.
1 comentario:
groso,te dejo mis saludos..
Publicar un comentario