Los otros días vi por primera vez la nueva telenovela de Lali Espósito y recordé lo que ya sabía. Que ella es una estrella con una luz poderosísima. Entonces todos sus personajes son ella, porque con eso alcanza y sobra. Al revés del método, solo con pedirle a Lali que haga de si misma todo brilla. Es como era Marilyn Monroe.
Después está la genial actriz de carácter que te cambia de rol según la necesidad, como Dolores Fonzi ponele, pero Lali brilla de otra forma siempre porque ella es el personaje encantador.
La descubrí en una tira de Cris Morena cuando era pendeja y quedé prendado de su encanto, siempre se destacó y todavía no tocó su techo.
Creo que fue en 2010 que llegué a ella gracias a Gastón Dalmau, lo entrevisté primero a el por ser un Teen Angel de Coronel Suárez, por amigos en común, y luego el me hizo la pata con Lali.
El encuentro fue en un restaurant de San Isidro, era verano si mal no recuerdo y ella fue con una amiga. Tenía 18 años. Mi amor.
Todavía recuerdo su simpatía, su candor y a la vez una inteligencia agudísima.
La manera totalmente humilde y temerosa en que me dijo que ellos, los de la factoría de Cris Morena, cargaban con el estigma de ser considerados malos actores, no se que le respondí, le estoy respondiendo ahora en todo caso.
También otra cosa que me preguntó con toda verguenza e intriga fue porqué la había elegido a ella y no a la China Suárez para entrevistarla. Que ella era flaquita y sin las formas de la otra. Creo que le dije que me encantaba su boca enorme. Con el tiempo descubrí que le aparecieron unas curvas hermosas a Lali. La magia de la televisión, sin dudas.
Después me colgó una vez cuando intenté volver a verla y ya casi no me atendía el teléfono.
Una lástima, es de esas minas con las que uno sería feliz con solo saludarla.
Cantando y bailando también es buenísima.
Es la morocha perfecta argentina de exportación.
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