lunes, mayo 11, 2015

MI HERMANA PUPI




Mi perra Pupi no es mi mascota, es mi hermana. La encontró mi madre en el cementerio abandonada cuando era cachorrita y la trajo a casa. Eso fue el Día del Amigo de 2003. Estaba recién nacida. Yo de chico no había tenido mascotas porque mis viejos pensaban que después se mueren y uno se va a poner triste. Es verdad: las mascotas suelen morir antes que sus dueños y uno se pone triste.
Pero por suerte mi madre tuvo la sabiduría de cambiar de opinión a tiempo y me regaló 12 años con la Pupi. Para los perros cada año es como 7 de los nuestros, o sea que va a cumplir 84. Pupi se va a morir en no mucho tiempo más. Todos nos vamos a morir en algún momento, tal vez después que ella, tal vez no, quien sabe.
¿Pero hay algo más bello y puro que un perro? ¿Más incondicional? Se lo recomiendo a todo el mundo, adopten cualquier perro, si es de la calle mejor. Son los hermanos y los amigos que no te fallan nunca.
Ella duerme conmigo en la pieza, en su cama y siempre me pregunto en que está pensando, que entiende de todo lo que ve y huele. O cuando salimos a dar una vuelta en el auto, se ve que le encanta y me pregunto que entiende de todo eso.
Es un misterio, como nuestra vida, la vida del perro. Pero en ella no hay más que amor.
También es caprichosa y mal criada. Ha sido muy mimada.
El budismo dice algo muy cierto: uno debe aprender a amar igualmente a todos los personas y a todos los animales. No es tan fácil ser bueno como uno cree.
Pupi se va a morir. Y nosotros también.
Pero su vida y la nuestra es un regalo sorpresivo, recibido con felicidad, sobre todas las cosas.

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