Había llegado a marzo al límite de mis fuerzas.
Todo parecía romperse.
Escapé hacia la lejana casa de mi madre, al cálido útero pueblerino.
No sabía cómo seguir.
Y una vez aquí, estalló la pandemia.
Entramos en cuarentena.
Primero el terror, la angustia. Y luego el silencio total.
Parecía la muerte pero pronto llegó el renacer.
El encierro trajo el parate que andaba necesitando. Me reseteó.
Conciencia, presencia, atención plena.
Y allí escapé del verdadero encierro: el mental.
Pude dar un paso hacia atrás y verlo de afuera.
Yo no era ese conflicto permanente.
No era ni soy.
Me solté y volví al ancho cielo, al cosmos, al mar.
Se detuvo el tiempo y sólo quedó la eternidad.
Si fuera así...
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Si las gotas cayeran hacia arriba
hasta anegar el cielo
Si este otoño inesperado
no estuviera tan fuera de lugar
Si esta lluvia invertida
no lavara...
Hace 1 año.