Hebe de Bonafini es, ante todo, una vieja de mierda, mal educada y prepotente.
Cree que el hecho de que sus hijos fueron asesinados por la dictadura, la hace superior al resto de los mortales.
De hecho, repite la misma soberbia que llevó a los grupos subversivos a creerse llamados por la Historia y realizar una revolución sangrienta para imponer un orden supuestamente más justo, seguramente dictatorial, al estilo Cuba (atacando en principio, dejémoslo bien claro, a un gobierno democrático).
La payasada atroz que la llevó a reivindicar a un parricida psicópata como Schoklender y recibirlo como si fuera su hijo perdido, es una de las cosas más bizarras y asquerosas que vi en mi vida.
Luego llegó el desfalco millonario que se mandaron ella y Schoklender, con la excusa de construir casas para los más necesitados.
Ahora que la Justicia la llama a declarar para averiguar que pasó, ella se caga en la Justicia, claro, porque es un ente superior, más allá del bien y del mal.
El endiosamiento de Bonafini realizado por el gobierno Kirchnerista, viene de la mano de un catecismo progre, políticamente correcto, en un relato mítico al estilo católico, que incluye mentiras incuestionables como los 30.000 desaparecidos.
Hebe de Bonafini es un monstruo, que duda cabe, en ella solo hay espacio para el odio y la venganza, el problema es que es funcional a un poder político que ayer la acompañó y que la agita como bandera de resistencia.
¿Resistencia a que?
A la Ley, a la Democracia, a la República.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario