Estuve pensando mucho en estos días sobre lo que fueron casi 10 años de terapia psicoanalítica y otros temas interesantes. La primera conclusión a la que llego es que en los últimos años estuve dando vueltas en círculos, pagando mucho dinero por sesiones muy breves que no me llevaban a ningún lado.
Y lo que descubro ahora, en un furioso autoanálisis, es que mi supuesta paranoia no fue tal, yo percibía que los demás me querían cagar pero eso no era una alucineta. Era real. Es real.
El problema es que siempre tuve la lengua larga y afilada y juzgué a todos despiadadamente (como me juzgo a mi mismo por otra parte).
Entonces, cuando todos se enteran lo que opino de ellos, se arma quilombo.
El tema en todo caso es saber cerrar la boca, no hablar de mas y en definitva, ser más compasivo con uno mismo y así poder ser compasivo con los demás.
Todo un aprendizaje para mi.
Pero si el pelotudo de mi psicoanalista me hubiese dicho esto en un principio, me hubiese ahorrado mucho dinero y años de mala vida. Claro, no es solo su culpa, yo también le vendí un personaje complejo y mentiroso, embarré la cancha y lo confundí.
Ahí comienzan todos los problemas "psiquiatricos".
Que bueno hubiera sido encontrar alguien que me dijera las verdades de frente, que me cagara a patadas en el culo simplemente.
Ahora ya está, tengo 43 años y nunca es tarde cuando la dicha es buena.
Y la paranoia se fue solita como vino.
Ahora el tema es animarme a ser yo, el único problema es el miedo.
Convertirse en lo que uno verdaderamente es.
Perderle el miedo el cuerpo y al sexo.
Volver a verle la cara a Dios, que es nuestro verdadero rostro.
Y así, el orgasmo liberador, fuente de vida, liberará también mi creatividad y me permitirá escribir la historia que toda mi vida quise escribir.
Casa
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La casa de la infancia
viene con el olor de los jazmines
la sombra de la parra en el patio
y el silencio caliente de las tardes de verano
La casa de l...
Hace 4 semanas.
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