La visión anoche de la abrumadora "Empire" de David Lynch y la revisión recién de "El Dependiente" de Leonardo Favio me trajo a la memoria una anécdota que sucedió en 1994 cuando estudiaba Dirección de Cine en la Escuela de Avellaneda. En ese entonces todos estábamos fascinados con Lynch y lo creíamos lo más grande del mundo. Claro, yo tenía 22 años.
Un día un profesor nos dijo: ¿Asì que les gusta David Lynch? Vamos a mirar esta película...y nos proyectó "El Dependiente".
Entonces, la fascinación por una de las mejores películas de la historia mundial del cine, entonces el cuentito perfecto del pueblo que puede ser Suárez, Huanguelén o Cura Malal.
La tragicomedia de la vida, la realidad como la peor alucinación.
La volví a ver recién y sigue siendo perfecta, en su linealidad literal y su delirio técnico.
Una historia sencilla y una técnica genial e inquieta para contar la nada.
El absurdo de esa vida de mierda que odiamos de los pueblos, de los que huimos espantados, pero que reconocemos, a su vez, es nuestra esencia y lo que nos da más tela para cortar.
Gracias maestro por tanta belleza y tanta verdad.
Gracias por entendernos y a pesar de todo, amarnos.
Casa
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La casa de la infancia
viene con el olor de los jazmines
la sombra de la parra en el patio
y el silencio caliente de las tardes de verano
La casa de l...
Hace 4 semanas.
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