Ayer a la tarde, en La Rural, en el marco de los festejos de los cien años de la Coca Cola, tocó Zero Kill, o sea el proyecto de Benito Cerati. O sea, el hijo de Gustavo Cerati, que ya tiene 22 años y está grabando su segundo disco.
Como pasa el tiempo, pensar que parece ayer de "Amor Amarillo", que se gestó mientras se gestaba Benito.
Yo había visto un show del pibe hace un par de años y me parecía que todavía le faltaba rodaje en vivo y obviamente, las comparaciones son odiosas, carga con ese peso extra de ser el hijo de uno de los más grandes.
Pero ayer Benito demostró que crece a pasos acelerados, como cantante, compositor y músico. Su banda sonó ajustada y potente. Y hasta se dieron el lujo de presentar todos temas nuevos, los que están grabando ahora mismo para que se editen el año que viene.
Y otra cosa que me impresiona es que no trata de copiar el sonido ni la onda de su padre.
Lo que hace me suena más en el arbol genealógico de un Trent Reznor por ejemplo, y seguramente de mil influencias modernas más que no conozco.
Aunque Reznor le debe mucho a Bowie, como Gustavo.
Pero semejante linaje me parece que también tiene mucho que ver con su madre, Cecilia Amenábar, refinada DJ y artista multifacética.
Así que ahora los viejos somos nosotros y los pibes vienen pidiendo pista.
Hora del recambio entonces, el año que viene aparecerá el segundo disco de Benito y tiene todo como para posicionarlo definivamente como alguien que vuela solo al infinito y más allá.
Que así sea.
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