Hay un antes y un después de la marihuana. Es un viaje de ida.
Hablo de las amistades, uno se va alejando de las viejos y sólidos vínculos de toda la vida y acercándose a los nuevos que trae el pasto sagrado.
Como que uno despierta cuando fuma a una realidad del placer y el deseo, de vivir acorde de ello. Y entonces se aleja de los caretas, entendiendo por esto no tanto un tipo social, sino el tipo humano que vive para aparentar y no es fiel a sus más íntimos deseos.
No es ético. Es moral pero no ético.
Y con la marihuana importa la ética, no la moral.
Si fuera por la moral, por la moda, no siempre fue bien visto fumarla.
Pero cada vez más y las nuevas generaciones ya vienen con eso incorporado.
Eso digo, de fumar la yerba y de ser fieles a sí mismos.
A seguir su deseo, a procurar vivir en paz y armonía con el Universo.
Y así uno hace muchos buenos y nuevos amigos y se aleja de la normalidad, de la chatura.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario