Hay un cuento de Edgar Allan Poe ( si mal no recuerdo es Los Crímenes de la Calle Morgue ), donde con su habitual genio y soberbia, el maestro pretende refutar el ajedrez. Para decirlo en pocas palabras: afirma que la aparente complejidad del juego ciencia es solo complicada, hay muchas piezas de muchos valores diferentes y distintos movimientos. Pero que el sencillo juego de damas es más profundo y sutil, porque cada movimiento que parece casual puede definir un partido.
Si bien me parece que el norteamericano exagera un poco, algo de eso hay. Esa idea del ajedrecista como persona muy inteligente ( no confundamos intelectualidad con inteligencia ), siempre reconcentrada en su tarea de adivinar el mejor plan, habla de una disciplina obsesiva que se retuerze todo el tiempo sobre si misma. Así, más que personas inteligentes, el ajedrez moldea personas obsesivas que en algún punto pierden la conexión con el mundo real ( léase " La Defensa " del otro genio soberbio y jodido: el gran Vladimir ).
El ajedrecista aprende una escuela de razonamiento y cálculo aplicable sólo al mundo de los 64 escaques, cuando se trata de llevarla al mundo real se dan resultados desastrosos. Es si, una disciplina apasionante, un desafío a saber mas y mas de lo que pasa en el tablero, pero eso mismo aleja al aficionado de la experiencia de la vida.
No es clara su función: no es del todo un juego, ni un deporte, ni un arte, ni una ciencia.
Es un vicio extraño.
Lo dice alguien que trata de abandonarlo del todo desde hace años.
Casa
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La casa de la infancia
viene con el olor de los jazmines
la sombra de la parra en el patio
y el silencio caliente de las tardes de verano
La casa de l...
Hace 7 horas.
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