martes, abril 11, 2006

ZEN Y LA PISTA DE BAILE

El dance comenzó a gestarse en los 80 para explotar en los 90. Siempre lo intuimos, pero en verdad, comenzó mucho antes. La explosión animal, el baile salvaje estuvo desde el principio de los tiempos en cada tribu, en cada raza. Pienso en los que leen a Castaneda y van a procesos chamánicos, toman ayahuasca o peyote para alcanzar una altura de la que esperan no se que. Una altura que está a la vuelta de la esquina: en la pista de baile.

Con drogas legales, ilegales o sin drogas, la pista esta ahí desde que la civilización decidió darle un marco social a algo que no queda muy claro que es: el baile.
Entiendo el baile como actividad zen, el cuerpo y la mente se liberan, se iluminan en una sola actividad, en contraposición a la actitud de quietud del zen tradicional. Es que la mente zen invade todas las esferas de la vida.
Digo siempre lo intuimos: es verdad, siempre encontramos ahí una liberación de fuerzas internas y externas, un placer y un agotamiento. Pero las demás danzas occidentales y civilizadas siempre se limitaron a normas prefijadas, mientras que aquí cada cual hace lo que quiere ( aunque llegado el momento hay tendencias que se imponen y el número de posibilidades siempre es finito). Hasta el rock n roll, sinónimo de libertad, siempre fue muy rígido para ser bailado.
La música electrónica vino a aportar un toque hipnótico que combina las más sofisticadas tecnologías con el impulso más directo y concreto: el golpe del tambor. Y es en mi género favorito, el drum n bass, donde esto se potencia: batería y bajo, grave, potente, martilleo constante, liberación.
Y hay que ver a los que van allí, a los fieles, los creyentes en la pista de baile, algunos ricos otros pobres, la mayoría luchando hasta fin de mes con un sueldo que no alcanza, en un trabajo que desprecian. Pero cuando llega la noche cada cual se lookea y deja de ser un número para ser una persona /personaje. Y uno siente un alivio cuando las luces comienzan a girar y la pista se calienta. Todos somos la individualidad y a la vez la gran familia dance que se reúne a un rito ineludible: bailar.
Ni siquiera tiene que ver con una situación de levante, de seducción: es la liberación, la iluminación, el conectar con la vida cada vez. Y es casi gratis. Y muchos piensan que es una boludez, una pose. Ellos se lo pierden.
Pero la pista de baile sigue allí. Esperándote, noche tras noche. Animate. Es toda tuya.

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