En su precioso ensayo, "La esfera de Pascal", Jorge Luis Borges le sigue el rastro a una frase sobre la divinidad que va atravesando el tiempo desde 6 siglos antes de Cristo hasta nuestros días.
Son muchos los que la enuncian, con leves variaciones.
La frase sería mas o menos esta:" La naturaleza es una esfera infinita cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna".
Cita también Borges a Giordano Bruno que escribe: " (...)El mundo es un efecto infinito de una causa infinita y la divinidad está cerca, pues está dentro de nosotros más aún de lo que nosotros mismos estamos dentro de nosotros".
Luego, unas décadas mas tarde, otro genial intuitivo, autodidacta y argentino, esta vez músico, Gustavo Cerati, graba una canción suya con Soda Stereo titulada "En remolinos" (para mi, la mejor canción de Soda) en donde todo gira no solo en la letra sino también en la música que es un ruido de guitarra, una distorsión, un loop infitnito y eterno que se suele llamar shoegaze, mientras Cerati va recitando unas aladas palabras, una poesía que encuentra el amor encarnado en una mujer y en el Universo todo. En remolinos.
Unos años antes, Osho, en una de sus tantas conferencias sobre el Zen, dice al pasar que todo en la naturaleza se da en círculos: los planetas, la rotación de los mismos, etc.
La línea recta, dice Osho, es un invento humano, no existe en la naturaleza, es un invento de la mente, del ego y por lo tanto es falaz.
La esfera, en remolinos, en círculos.
Eso que algunos llaman Dios.
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