Este año se están cumpliendo 20 años de la edición de Bocanada, el segundo disco solista de Gustavo Cerati y 10 años de Fuerza Natural, su último disco.
Curiosamente, los dos mejores discos que hizo Gus en toda su vida.
Bocanada marca su punto más alto con la experimentación electrónica, pero también bebe de fuentes diversas: la orquesta sinfónica, el post rock, el funk, el pop de pulso latino, el easy listening.
Todo jugando con la cultura del sampler: cortar y pegar retazos de música, creando, recreando.
Fuerza Natural vuelve a los orígenes del adolescente que en los años setenta consumía toda la música progresiva, sinfónica y el rock psicodélico que era furor en esos años.
Y en cuanto a la lírica, son de lejos las mejores letras de Cerati, tremendamente proféticas, su despedida de este mundo llena de mensajes esotéricos y profundas reflexiones espirituales.
Su desaparición inesperada y tremenda, creó un mito, una leyenda difícil de cuestionar.
Y su pobre hijo, Benito, se tiene que aguantar en Twitter que todos los pelotudos le expliquen quien era su padre y le digan que no está a la altura de el.
Y los músicos jóvenes de todas partes se babean haciendo versiones de sus temas como si fueran el Santo Grial.
Y yo como soy otro pelotudo que se cree el fan número uno, les digo a los músicos jóvenes: Cerati fue un tipo común que hizo algo extraordinario, pero no lo santifiquen, no lo pongan en un panteón insuperable. Dejen de hacer covers de el y hagan sus propios temas, traten de superarlo.
Creo que ese es el mejor homenaje que le pueden hacer.
Como escribió el poeta zen japonés Basho:
No sigan los pasos de los Antiguos. Busquen lo que ellos buscaron.
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