sábado, febrero 06, 2016

BAILAR

Los que comenzamos a salir en los ochenta, conocimos la disco de los grandes temas movidos que se bailaban sueltos, una época gloriosa de la música: post punk, new wave, etc. Y de postre, sobre el final, venía la yapa de los lentos, donde uno podía aprovechar para apretarse una chica, para chapar, para toquetear.
A partir de los noventa la cosa cambió: con la explosión de la música electrónica, del dance, se acabaron los lentos.
Entonces comenzó el éxtasis del baile, el festejo dionisíaco de la música. Bailar: sin sentido, sin tratar de seducir. Se va a bailar porque se ama el groove, el beat de la música. Es una música sensual y transexual.
Acá nos vamos un poco al carajo y podemos hablar de que la música recuperó con la mística electrónica, de los samplers, de las computadoras, un hecho primitivo, iniciático.
Una suerte de meditación en movimiento. Se baila para festejar el milagro de la existencia, se baila para ser uno con el Universo.
Es algo extraño, que une lo más antiguo con lo más moderno. Lo más místico con lo tecnológico.
La danza rota donde uno se pierde, se olvida de si mismo, estimulado (o no) con drogas legales o ilegales.
Todavía sigo yendo a bailar, como a una ceremonia religiosa. Ya pasaron 25 años del comienzo de este rito.
Y mientras espero la próxima re evolución, bailo.

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