No hace tanto volví a ver "Taxi Driver" la obra maestra de Martin Scorsese, filmada en 1976 y que se considera entre las mejores películas de toda la historia del cine.
Scorsese filmó el guión de Paul Schrader que narra una etapa bastante lumpen de su vida, donde muchas de las cosas que muestra la película le pasaron de verdad.
El protagonista es Travis (Robert De Niro) un ex combatiente de Vietnam que consigue trabajo de taxista en la populosa Nueva York.
Travis es un freak solitario, medio loco.
Pero lo que más me impresionó de este film es el breve flirteo de Travis con una rubia preciosa interpretada por Cybill Sheperd.
Travis la ve, se enamora, va y la encara a lo macho. Flechazo total, ella aceptar salir con el.
Hasta ahí todo bárbaro. El problema viene cuando a nuestro antihéroe se le ocurre llevarla a un cine de mala muerte donde suele ir el a ver películas porno.
Lo que pasa es previsible: ella se ofende y lo manda a la mierda. Le corta el rostro y nunca más le da bola.
Lo insólito y genial de la secuencia me trajo recuerdos de mi propia vida.
No porque haya invitado alguna vez a una mina a un cine porno.
Si esa falta total de tacto para no ver al otro, para no interpretar lo que quiere una mujer y pudrirla.
Perderla de una y ya nunca más poder recuperar el interés de ella.
Podría contarles muchas historias de este tipo, pero con ver esta película alcanza y sobra.
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