Anoche volví a ver la nueva película de Damián Szifron y me deslumbró aún más.
La belleza pictórica de cada plano nocturno.
La construcción de un mundo loco donde el asesino también tiene sus poderosas razones.
Una mujercita policía adicta y un gay del FBI se enfrentan no solo al asesino sino también a un sistema que les impide trabajar con libertad. La burocracia estatal parece sacada de Argentina pero refleja un estado de cosas que obviamente a los yanquis no les gusta ver.
Todos hablaron de lo espectacular de la secuencia de inicio pero a mi me gustó mas todavía la secuencia final, cuando el monstruo aparece y da sus razones; la persecución a campo traviesa.
Es una película oscura en su fotografía pero también en su corazón: indaga en las profundidades del alma humana en el supuesto país de la libertad. Donde en verdad todos están atrapados en algo: un trabajo infeliz o un odio contra el mundo y la sociedad de consumo.
También la secuencia del shopping es magistral, donde la anarquía se topa con la belleza fría y superficial de la sociedad de consumo.
Y el tiroteo en la estación de servicio es a lo cowboy.
Ni que hablar de todos los films clásicos a los que cita Szifron mientras va construyendo su obra maestra, su film más adulto y desesperanzado.
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