No había visto nada de la obra de Juan Villegas, cineasta que tiene casi mi misma edad.
Hasta hoy, en el estreno comercial de su ultima película "Las Vegas".
Villegas es un director destacado de lo que en un momento se llamó Nuevo Cine Argentino, movimiento de mi generación, que comenzó a mediados de los años noventa.
Antes de eso, odiábamos ese Viejo Cine Argentino pretencioso, muy discursivo, aburrido y poco cinematográfico.
Un nombre fundamental acá es el de Martín Rejtman, que es como el eslabón perdido entre el Viejo Cine Argentino y el Nuevo Cine Argentino. Cuando apareció su película "Rapado" nos marcó a toda una generación. Una película simple, hecha con dos mangos, con mucho cuidado de la imagen y en donde casi no se hablaba.
Gran parte del Nuevo Cine Argentino lo tomó a Rejtman como ejemplo hasta el paroxismo.
Es decir, en un momento se abusó del modelo: película independiente, con poca acción y poco diálogo.
Y también se volvió un cliché insoportable.
El primero en desmarcarse de eso fue el propio Rejtman, con una película graciosa, absurda y muy hablada como "Los guantes mágicos".
Hago esta disgresión para explicar como se llega a una genialidad como "Las Vegas".
Acá Juan Villegas da un paso más en una comedia simple y transparente solo en la superficie, donde se habla mucho, pero lo que se dice siempre es inteligente y cómico.
Lo que logra Villegas es notable en varios aspectos: es hacer una comedia romántica clásica, después del Nuevo y el Viejo cine argentino, volver a un clasicismo sin caer en ningún lugar común.
Y explicar como nuestra generación y las posteriores pueden llegar a entenderse con el amor después del amor y del divorcio y de los hijos.
Asimismo, es un homenaje a la ciudad de Villa Gesell, paraíso de cierta clase media argentina (o más bien porteña), lo que a su vez le permite financiar la película en parte con aportes de su Municipio, que sale muy bien parado publicitariamente, pero donde no es burda la publicidad, sino que forma parte del corazón mismo de la película.
Con otro notable protagónico de Pilar Gamboa, que aparece en muchas de las ultimas películas y tiras argentinas y se entiende porqué. Su capacidad para interpretar una madre joven, querible y neurótica a la vez, la hace brillar especialmente en los chistes algo absurdos, sutiles, sin subrayados.
Encima la película dura lo que tiene que durar: solo una hora y trece minutos.
Mejor, imposible.
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