Este año estuve leyendo y disfrutando mucho la Rolling Stone Argentina. Me acuerdo hace como 20 años era una revista de mierda, mal escrita y reaccionaria, en cuanto a la movida y los grupos nuevos que se generaban todo el tiempo. En ese entonces, el faro era la Inrockuptibles Argentina.
Hoy es al revés: la Rolling Stone está buenísima y la Inrockuptibles es una garcha.
Tiene una prosa afiladísima, bombástica, rockera si las hay. En cada párrafo, en cada línea, una idea. Y un vocabulario exquisito. Como si escribieran drogados de felicidad. Líneas de lucidez y todos los colores psicodélicos. Una revista de rock que escribe rockeramente. Bien ahí.
Como el "Ulises" del periodismo.
Excelentemente editada, con plumas de todas las épocas, en donde resalta mi tocayo Pablo Plotkin, que me hace acordar a mi otro tocayo, Pablo Schanton, mentes brillantes si las hay, lo más lejos que se puede llegar en crítica cultural. Lo más lejos que se puede llegar dentro de la mente.
Ahora, para salir de la mente, el zen.
O MiraventZen.
Ponele.
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