La inesperada muerte de mi viejo me trajo de regreso a la vida.
A comprender que tengo que amar lo más pueda a mi familia y seres queridos, porque se pueden ir en cualquier momento.
O uno mismo, nunca sabe hasta cuando vivirá.
Aunque suene cursi, primero, antes que iluminado, gurú, sensei, tenés que aprender a ser humano.
Siempre fui muy robotito, desde chico, metido dentro de mi mente.
Y eso está mal, eso es lo que enferma.
Llegando a los 45 comprendo que lo que antes me parecían lugares comunes, tilinguerías, son la esencia de la vida.
Demasiado ego, te vuelve ciego y no te deja vivir en paz.
Acá y ahora todo es hermoso y perfecto, todo es un regalo divino, que puede desaparecer en cualquier momento.
Casa
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La casa de la infancia
viene con el olor de los jazmines
la sombra de la parra en el patio
y el silencio caliente de las tardes de verano
La casa de l...
Hace 1 día.
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