Pasó en enero de 2001 o por ahí: un sábado a la noche yo cruzaba la esquina de Santa Fe y Callao y me topé con Salvador Roselli, un viejo conocido, guionista y director de cine. Nos fuimos caminando subiendo Santa Fe y tomamos unas cervezas cerca del Alto Palermo. Luego me dijo que se iba a encontrar con unos amigos en Palermo Hollywood y si quería acompañarlo. Lo acompañé.
Resultó que sus amigos eran otros directores de cine, también egresados de la Universidad del Cine. Si mal no recuerdo estaban Pablo Trapero, Rodrigo Moreno y Albertina Carri, entre otros.
Me llamó la atención esa chica flaquita, linda, que estaba a los besos con otra chica. Me gustó.
Pregunté quien era, no me sonaba para nada.
Un par de años después vino la conmoción que provocó el estreno de "Los Rubios". Ahí supe bastante más de ella.
Hija del sociólogo y escritor Roberto Carri y de Ana María Caruso, un matrimonio de la alta sociedad que militaba en Montoneros y que fue secuestrado, asesinado y desaparecido por la dictadura militar en 1977, cuando Albertina tenía solo 4 años.
En "Los rubios" Albertina se acerca a esa tragedia familiar con un enfoque poco convencional, entre el documental y la película de ficción.
Polémica, esa película marcaría lo que es una constante en su carrera: la amás o la odiás, la tomás o la dejás, pero nunca te va a resultar indiferente.
Parafraseando a Roberto Arlt, el cine de Albertina tiene la potencia de un cross a la mandíbula.
Luego vendría "Géminis" en donde hermano y hermana de una familia rica tienen una relación incestuosa, entre secreta y a la vez a la vista de todos. Una película al límite de lo permitido.
Subió la apuesta a todo nivel con "La rabia", en donde cuenta lo que no se suele contar de la vida en un campo de la pampa húmeda, donde lo bucólico oculta la traición, la locura y la muerte.
Realizó también varios cortometrajes, series para televisión y produjo mucho cine.
Este año volvió con todo a la pantalla grande con "Cuatreros", su apuesta más ambiciosa, otra vez cruzando los géneros entre lo documental, lo ficcional, el ensayo y una puesta en escena vanguardista, que nació como instalación y se transformó en película.
Allí va tras las huellas de Isidro Velázquez, el ultimo cuatrero famoso que tuvo la Argentina. Su elección no es casual: su padre Roberto Carri escribió un libro sobre Isidro, sobre el que se filmó una película. Isidro fue asesinado por la policía, Roberto Carri y el director del film, desaparecidos por la dictadura y la película, jamás volvió a encontrarse.
Tremendo punto de partida de lo que luego se convierte en una búsqueda alucinada que se termina transformando en una reflexión sobre la vida de Albertina. Su matrimonio y posterior separación con la escritora y periodista Marta Dillon, el nacimiento de su hijo Furio Carri Dillon Ros.
En Carri se ve una coherencia absoluta entre vida y obra, siempre al límite, siempre jugada. Es la revolución por otros medios. Aunque no le gusta hablar de su vida privada, simplemente pide hablar de sus films.
Fue Directora del Festival Asterisco (cine LGTB) durante tres años, la entrevisté por teléfono para la segunda edición en 2015 y ahora la volví a entrevistar personalmente, en su casa de Saavedra, para hablar de "Cuatreros" y lo que vendrá.
No se esconde, no se hace la estrella, me recibe amable pero elige cuidadosamente cada palabra, no te regala nada, no es escandalosa ni demagoga.
Me comenta que el Asterisco no se va a hacer más por ahora ( ...se sabe, cambió el gobierno y cambiaron muchas cosas...).
Y la frutilla del postre es que está terminando una película porno lésbica, solo de chicas (!!!). Me dice que le interesa ponerse a discutir la visión falocéntrica del porno tradicional y es también una manera hermosa, perfecta de hacer militancia por la diversidad sexual.
Otra vez: una coherencia total entre vida y obra, la contundencia de tomar todos los riesgos y no tenerle miedo a nada.
Una parábola perfecta, una obra imposible de ignorar.
Que va a hacer mucho ruido.
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