ADN

"Viuda e hijos del rock and roll", debajo de su aspecto marketinero heredero de "Graduados", es la apuesta ética y estética más importante de Sebastián Ortega. Si en la exitosa tira de 2012 se tocó lateralmente el tema del rock nacional y funcionó muy bien, en este programa se va al hueso de la pasión por nuestra música, la que nos vió crecer y nos acompañó todos estos años, sobre todo a mi generación. Los que estamos entrando en los cuarenta sobretodo, compartimos el código, el ADN de Ortega. Y eso más que alucinar, emociona.
Emociona que un tipo exitoso y millonario como Ortega se acuerde nuevamente de los losers, antes era el paseaperros, ahora son esa pareja enternecedora y fracasada de amigotes bonachones que se resisten a crecer. Y emociona porque somos muchos los que estamos en esa frecuencia, es algo que está en el aire, como una señal de radio y este equipo de trabajo lo captó y lo refleja brillantemente.
Emociona esa pareja de malos que no son tan malos, casi que los entiendo, hablo de los personajes de Julieta Ortega y Antonio Birabent.
Sorprende Gricelda Siciliani.
Deslumbra nuevamente Mex Urtiberea y hace una pareja delirante y clownesca con Dario Lopilato.
Y muchos más, todos están perfectos, es un elenco hermoso y heterogéneo.
Y también me emociona particularmente este homenaje a la radio FM, el mejor medio que existe en el mundo y es como una especie de sueño del pibe de todos, llegar hasta ahi, a la radio del rock nacional, al mundillo, a la crema, a la aristocracia de la desgracia, como la llamó Calamaro.
Porque de ultima de lo que habla Ortega, de su relato, de su ADN, es del amor a la música y sobretodo a nuestro rock nacional, de los ochenta, de los noventa, de siempre.
Este programa es un acto de amor por sobre todas las cosas.
Y en esta ficción soñada, hasta los garcas, los polistas, son graciosos y queribles, la comedia de la vida, en definitiva.
Puede salir bien o mal, triunfar o fracasar, pero esto es amor al arte en estado de máxima pureza.