Voy a la charla de Budismo que da Gustavo todos los martes. Siempre comienza de la misma forma, como un ritual, como un mantra. Pero siempre es diferente, uno nunca sabe hacia donde se va a ramificar.
Y repite algo que no por sabido deja de ser complejo y fundamental:
Hay dos formas de cambiar el mundo. Todos solemos comenzar por tratar de convencer al resto de nuestra idea. Pero con el tiempo vemos que eso es imposible.
Para eso está el Budismo, cambia uno y el mundo cambia. Aparece lo real, lo que está mas allá del deseo, de la sed.
Como dice el maestro: fácil de decir, dificil de hacer.
Casa
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La casa de la infancia
viene con el olor de los jazmines
la sombra de la parra en el patio
y el silencio caliente de las tardes de verano
La casa de l...
Hace 1 semana.
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