Hoy me desayuné con dos malas noticias para el ajedrez argentino: la primera es que Alan Pichot, nuestro mejor jugador actual, va a representar a España a partir de ahora. La segunda mala noticia es que después de la segunda ronda, ya no quedan representantes argentinos en la Copa del mundo. Fueron eliminados.
A mi modesto entender acá hay dos problemas muy claros: el primero es que la Federación Argentina y el Estado no apoyan como se debe al juego ciencia, no invierten en tener una escuela para las grandes promesas. No hay una escuela de elite, los jugadores quedan condenados a rebuscárselas por si mismos y la única solución parece irse a jugar a Europa. Y nacionalizarse español.
Pero hay un segundo problema que existió siempre y del que nadie habla claramente. Y es que la Argentina siempre sacó campeones mundiales en niños y juveniles pero no le gana a nadie en el ajedrez de mayores, el ajedrez verdaderamente competitivo. El mismo Pichot, siendo el argentino mejor ubicado en el ránking mundial ni siquiera está entre los cien mejores del mundo.
Siempre se suele invocar un pasado mítico, cuando la Argentina peleaba los primeros puestos en las Olimpiadas (el campeonato mundial por equipos) pero se olvidan de mencionar que esos equipos estaban reforzados por excelentes jugadores extranjeros ( con Miguel Najdorf a la cabeza) mientras que los equipos compuestos solo por argentinos nunca bajan del puesto 30 o 40. Ni que hablar de tener un campeón de ajedrez individual. Estamos lejísimo de eso.
En 1939 se estaba disputando la Olimpiada de Ajedrez en Buenos Aires cuando Alemania invadió a Polonia dando inicio a la Segunda Guerra Mundial.
El equipo polaco quedó absolutamente varado en Buenos Aires y acá comienza la leyenda de Miguel Najdorf (que amerita de por si una película o serie) el entrañable Miguelito era en ese momento uno de los mejores jugadores del mundo y se tuvo que quedar a vivir en Buenos Aires con su valijita y sin hablar una palabra de castellano. Toda su familia polaca fue asesinada por los nazis. A partir de allí Najdorf rehizo su vida como un porteño de ley y representó a la Argentina en todo el mundo, llevándola a los primeros planos. Por si esto fuera poco, con los años amasó una fortuna en el mundo de los seguros.
Pero volviendo a los problemas del ajedrez argentino: algo falla, los pibes salen campeones mundiales pero cuando crecen quedan estancados y lejos del top ten.
Hay una carencia en la formación, la Federación tiene que conseguir fondos o usar los que ya tiene en traer entrenadores extranjeros, digo, no se, hagan algo amigos, muevan el culo. Y si no hay apoyo estatal, consíganlo.
Inventemos un "Viejo" Najdorf pero nacido acá.
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