¿A quién visitamos en un cementerio?
¿Memorias, fantasmas, ilusiones?
Cuerpos que se corroen y desaparecen lentamente.
Allí está la muerte, que es falsa, la vida está por doquier.
Nadie muere, ¿como podría morir la vida?
Aquí o allá, reencarnados o en la eternidad, todos viven.
Igual es conmovedora la entrega de las mujeres, que son las que suelen volver una y otra vez al cementerio, a honrar la memoria de sus muertos.
Aquí en el cementerio municipal de Coronel Suárez, mi madre encontró abandonada una cachorra, que recogió, que se convertió en la Pupi y que nos dió 12 años de plena felicidad.
Allá en Buenos Aires, en la Recoleta, visitábamos con respeto y extrañeza el cementerio que queda a un par de cuadras de lo que era el departamento familiar.
En la biblioteca de ese departamento, creo, yo encontré "Fervor de Buenos Aires", el primer libro de Borges, que me legó mi tío fallecido, seguramente, y que tiene hermosas descripciones justamente del cementerio de la Recoleta.
¿Que fue primero: la impresión que me causó a mi ese lugar, o leerla en un poema de ese libro?
Esa biblioteca y ese libro que me siguen acompañando en otro lugar de Buenos Aires.
-Acá en la bóveda familiar del cementerio, quedan 3 lugares-, nos informó nuestro hermano Francisco a Emilio y a mi. Esos chistes que revelan una verdad profunda.
El humor negro de los cementerios.
La ficción de la muerte.
Casa
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La casa de la infancia
viene con el olor de los jazmines
la sombra de la parra en el patio
y el silencio caliente de las tardes de verano
La casa de l...
Hace 1 día.
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