El otro día una amiga se me enojó porque me reí de una foto suya desafortunada. En realidad, lo que no entendió fue que yo consideraba esa foto un horror, no a ella.
Esto suele pasar, esa creencia aborigen de que la fotografía roba el alma de las personas, algo tiene de real. Digo real en el sentido de que captura a la persona como se ve en ese momento, no como nosotros la recordamos.
La foto que ilustra esta página no es precisamente la mejor que podría poner, pero ilustra un gesto mío que me divertía mostrar. La foto roba la actitud espiritual, no la belleza física.
La foto como experimento artístico y científico, que nos recuerda que bello es ver, en vivo y directo, todo el tiempo.
Casa
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La casa de la infancia
viene con el olor de los jazmines
la sombra de la parra en el patio
y el silencio caliente de las tardes de verano
La casa de l...
Hace 14 horas.
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