Hace 7 u 8 años, vagando por los vericuetos de la vanguardia porteña, caí en una galería de arte de Monserrat. Esta galería tenía un extraño sótano donde se realizó un recital de extrañas arias. Un maestro al piano acompañaba a la soprano. Ella.
La primera vez que la vi, sentí ese golpe de frío mármol en el corazón. Esa boludez de: yo te conozco de antes, desde antes del ayer...
De ahí hasta hoy no alcanzo a entender si quiero poseer a Pola Oloixarac o si quiero ser ella.
Rostro precioso, a veces cándido, a veces salvaje, formas de vedette, cerebro extraordinario y alma aventurera.
No, creo que no es exactamente una mujer, es la perfección de la raza humana, una máquina trans que llegó para arrasar con mentes y corazones.
No me importa si se llama Pola o Paola, si su apellido está al derecho o al revés.
Su personaje, su máxima creación estética es ella misma y se ha ganado el derecho mundial a ser Pola Oloixarac.
Recuerdo mis primeros acercamientos psicóticos a ella: quería piropearla y la insultaba. Ella tranqui, siempre amable, siempre luminosa.
El año pasado pisé por primera vez el Teatro Colón para ver su primer ópera: sabía que valdría la pena. No tengo idea de que es una ópera, pero me encantó ese amor por los aventureros e inventores que se pierden en los confines de la selva y son castigados por las fuerzas naturales, por querer mojarle la oreja a la creación, Dios o lo que fuera. Hay en "Hércules en el Matto Grosso" hermosa literatura y hermosa música.
Y ahora vengo de leer afiebradamente su segunda novela: "Las constelaciones oscuras" donde mezcla géneros,épocas y personajes masculinos inolvidables. Otra vez exploradores, otra vez hackers. Fantasías de ciencia ficción porno con delirios apocalípticos con datos de ciencia dura que me queman la cabeza, que me penetran como un rayo. Su ferocidad para pintarnos a nosotros, los pobres hombres, no deja de tener un humor zumbón, compasivo.
Y como siempre, nos ametralla con sintagmas, con poesía extraída de los números cósmicos.
No entiendo todo lo que hace esta mujer, no me gusta todo del mismo modo, pero como negar lo obvio: que parece salida de otra galaxia, que es una niña índigo, que es un milagro y un orgullo que sea argentina.
Mientras va y viene viajando por el mundo, como uno de sus personajes, como exploradora y experimentadora total de la raza humana y de otras razas, a veces le escribo y sigo sin saber muy bien que decirle.
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