El afiche de esta, la más reciente película de Anahí Bernieri, engaña o al menos, es un chiste de pésimo gusto. Esa imagen de felicidad, ese título tan poett, ocultan una película sobre la infelicidad, la crisis y el no poder respirar bien. Que Celeste Cid y Leo Sbaraglia representen tan fielmente ese constante paroxismo, habla de lo excelentes intérpretes que son y de lo bien que representan las ideas de la directora. Ahora, y aquí mi más absoluta subjetividad, me embolan los matrimonios y me embola que una película se dedique exclusivamente a ilustrar esto. Si pagué la entrada para verla es porque la dan en el Gaumont al irrisorio precio de 8 pesos. Pagar 70 mangos para sufrir exquisitamente, no es mi idea como espectador. Nunca olvidaré la terrible experiencia de comerme las 3 horas de Bailarina en la oscuridad, ese fue mi límite. Y eso que Lars Von Trier es un genio. Algo de eso pasa con Bernieri, genial pero insoportable. Matrimonios jóvenes, abstenerse o separarse. Y entre nos, Celeste Cid gordita y desprolija, sigue garpando y como.
Casa
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La casa de la infancia
viene con el olor de los jazmines
la sombra de la parra en el patio
y el silencio caliente de las tardes de verano
La casa de l...
Hace 17 horas.
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