Un imán. Un imán que atrae todo el sufrimiento del mundo y también la felicidad. Ahora se ordenó mi cabeza, por fin entendió que no existe el mal absoluto, que no existe el bien absoluto. Soy un niño libre al fin, jugando, haciendo mis cosas. Nunca tuve tantos amigos y amigas. Tantos secretos compartidos. Todos hemos sido abandonados de chicos a nuestra merced, a la ley de la selva. Ahora, llegando a los 40 algo entendí. Y también, por suerte, la vida sigue siendo un misterio.
Casa
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La casa de la infancia
viene con el olor de los jazmines
la sombra de la parra en el patio
y el silencio caliente de las tardes de verano
La casa de l...
Hace 2 meses.
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