En un spot reciente cometí varios errores y arbitrariedades en relación a la película “Diario del Ron” conocida estúpidamente aquí como “Diario de un Seductor”. Justamente, son interesantes en general todas las arbitrariedades que se dijeron también en tantas críticas de la película y lo absurdo del nombre, creo que todo obedece a ese no lugar, a esa incomodidad que provoca la obra de Hunter S. Thompson.
Thompson se hizo conocido especialmente en los 60 y 70 por su periodismo gonzo, una de las tantas mutaciones ,reversiones y experimentos por los que pasó el periodismo en esos años. Una más, no la más famosa, Thompson no es tan famoso ni prestigioso como Truman Capote y otros.
Su leyenda negra tiene viene porque sus experimentaciones tenían siempre que ver con los excesos con el alcohol y la droga que luego el usaba creativamente en la escritura. No he leído su obra completa como para opinar abiertamente sobre esta clase de cruza entre periodismo y literatura pero este Hunter siempre me cayó muy simpático.
La historia posta de este, su primer libro, es que fue escrito en 1959 cuando Hunter tenía solo 22 años y el nunca quiso publicarlo. Su amigo y fan, Johnny Depp, insistió en que el libro era bueno y consiguió que lo publicara en 1998, porque además Hunter anda mal económicamente. Lo curioso del libro, ahora que lo releeo más despojado de fanatismo es que no tiene gran prosa, pero sorprende por sus personajes y visiones del mundo, que parecen las de alguien muy maduro. Alli relata las aventuras de un periodista y escritor en Puerto Rico, obviamente de manera muy autobiográfica, aunque le da unos 30 años a su protagonista y a su vez, en el film, Depp lo interpreta teniendo 48 años…
Como decía, el estilo no es gran cosa, pero la historia tiene personajes y situaciones que conmocionan. En la solapa del libro, se resalta un comentario de The Guardian, donde acierta con algo que yo había intuido: “La filosofía del protagonista es una versión beat de la de Houlden Caufield en The Catcher in the Rye”. Coincido, hay mucho de Kerouac en esa orgía desenfrenada de ron y a la vez, mucho de Salinger en la particular mirada de Kemp. Una vez más, Hunter es como el eslabón perdido. Este libro y la película lo demuestran.
La película también tiene cosas raras, su director, Bruce Robinson, un experto en borracheras, se tomó libertades varias a la hora de adaptar el libro y no esta nada mal que lo haya hecho. Lo complicado, lo que resaltan todos, es que, en definitiva, no se entiende de que va la película, es difícil catalogarla en un género determinado.
Como a Hunter.