" Todas las mañanas me tiraba al suelo de la sala delantera para vigilar su puerta. Para que no me viera bajaba las cortinas a una pulgada del marco. Cuando salía a la puerta mi corazón daba un vuelco. Corría al pasillo, agarraba mis libros y le caía atrás. Procuraba tener siempre a la vista su cuerpo moreno y, cuando llegábamos cerca del sitio donde nuestro camino se bifurcaba, apretaba yo el paso y la alcanzaba. Esto ocurría un día tras otro. Nunca había hablado con ella, si exceptuamos esas pocas palabras de ocasión, y, sin embargo, su nombre era como un reclamo para mi sangre alocada".
De "Dublineses" James Joyce, 1914
Recurso
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Hace mucho tiempo yo tenía un recurso
para escapar de la tristeza
imaginaba una sábana blanca colgada al sol
yo era esa sábana que recibía
el calor y l...
Hace 4 semanas.
2 comentarios:
Increíble libro, de esos que hay que releer cada tanto.
Efectivamente!
Veo que leés todo y todos te leen a vos.
Vampiresa de la blogósfera...
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