Hay un fantasma que recorre Coronel Suárez. Es el fantasma de la cultura.
Y cuando hablamos de cultura, no nos referimos solamente a lo artístico específicamente, sino también al pensamiento todo y hasta la vida nocturna.
Una artista suarense me decía el otro día: - El problema es que los libros que leés, las películas y pinturas que ves, no se llevan puestas en el cuerpo como la ropa, no se ven, por eso en Suárez no importa tanto.
Hay allí un tema con el ser y el parecer. Las engañosas apariencias.
Y es verdad que lo intelectual, espiritual, es muy difícil de tasar, de volverse un bien de mercado. En ese sentido, en una ciudad donde abundan los recursos humanos, le es muy difícil posicionarse con lo suyo a una persona que se dedica al pensamiento.
Y aquí hay un tema que se debate desde hace muchos años: ¿Suárez no tiene gran actividad cultural por culpa de un gobierno u simplemente el gobierno establece las prioridades de acuerdo al sentir y a los intereses de la comunidad?
Hay temas que son imposibles de mensurar, que van más allá de lo entendible: ¿ Por qué una ciudad floreciente en lo económico como Coronel Suárez no ha dado en los últimos años grandes artistas o pensadores y una ciudad castigada y poco exitosa como Coronel Pringles, ha dado dos monstruos de la literatura argentina como César Aira y Arturo Carrera?
Allí intervienen temas tan diversos como la genética, el azar, la suerte, pero también, claro, la voluntad. La voluntad de ser.
Existen hermosas Bibliotecas Públicas en Coronel Suárez, una de mayores y otra de chicos, los libros están ahí, hay que buscarlos y leerlos simplemente.
Hay otros indicios, la vida nocturna por ejemplo. Hay una cultura de la noche en todos lados.
Otra amiga, residente en el exterior, me comentaba que le sorprendía que en Suárez no hubiera un cine o más eventos culturales, que prefiere escaparse los fines de semana a Bahía Blanca en busca de diversión. Y otra cosa muy interesante que me marcó es que la gente que conocía de chica prometía llamarla para encontrarse, para ir a tomar algo, pero nunca lo hacía.
La gente de nuestra generación, entre los 30 y los 40 no sale ni a la vereda. Viven recluidos, en familia. Ni que hablar de las dificultades para encontrar pareja de los que permanecen solteros a esta edad.
Existe, más allá de cualquier discusión ideológica o política, una tendencia nata al ostracismo, al dejarse estar desde un punto de vista vivencial.
¿Por donde pasa la diversión, lo lúdico en nuestra ciudad? ¿Por ir a la disco? Eso es para los adolescentes. ¿Ir a mirarse las caras en los bares? Eso cansa rápidamente.
Volvemos al planteo del principio: tal vez faltan opciones, pero nadie se preocupa por inventarlas. Hay una especie de dejadez existencial.
¿Y qué dicen nuestros comunicadores, nuestros artistas, nuestros pensadores?
El Fenómeno del Piaggismo:
Al único fenómeno visible de contracultura, de rebelión a las tendencias, lo llamaremos simplemente “Piaggismo”. Y consiste en estar en estado de resentimiento constante contra todos, ya que no nos fue tan bien en la vida como le va a muchos profesionales y hacendados de la ciudad, entonces utilizamos nuestra escasa cultura para chantarles que en el fondo nosotros somos pobres pero mejores, porque leímos más libros.
A esta actitud le veo varios problemas: en principio, creerse mejor porque se leen libros es no haber entendido nada. Es usar la cultura como un bien de prestigio, algo totalmente snob.
Por otro lado, esta tendencia se basa en lecturas siempre incompletas y atrasadas. Pretender que uno es culto porque le gusta leer a Benedetti y a Cortázar es atrasar 30 años e ignorar los nuevos valores y también el canon actual, donde estos escritores son tomados a la chacota.
Y en definitiva, el problema no es que a la gente le vaya bien, tenga chalets y 4x4. El problema, el faltante de cultura y pensamiento se ve en el vacio de horizontes, en no poder entender que esta vida es finita y nos estamos perdiendo cosas maravillosas por vivir.
El futuro ya llegó:
Es extraño, pero no es un problema tan grave, existe un malestar, un mal, pero el remedio está al alcance de la mano.
Contamos en esta ciudad con educación de nivel terciario. Muchos jóvenes se van a estudiar a Bahía Blanca, La Plata, Buenos Aires y luego vuelven a vivir aquí.
Unos cuantos de ellos estudian carreras humanísticas: Comunicación, Psicología, Literatura, Cine, Teatro, Bellas Artes, etc.
Tengo para mí que muchos de ellos piensan y actúan de una manera diferente pero no tienen eco en los medios, ocupados siempre por los mismos y las mismas ideas.
Como toda cuestión cultural, lleva años modificar hábitos. Pero tenemos todas las herramientas para lograrlo. Para hacer de esta una ciudad más plena, más feliz.
Es hora de que aparezcan los tapados y postergados, que den la cara. Esta nota es un primer paso en ese sentido.
Y se nos va la vida en esto.
(Artículo publicado hoy en "Infosuárez")
