Hace un rato me avisaron y no lo puedo creer: lo encontraron muerto a Fito en su cama. A la mañana faltó a la radio sin avisar, algo imposible en el. Lo llamaron y nada, entonces se preocuparon y contactaron un familiar cercano, el único que conocían. Este llamó a la policía y tuvieron que tirar la puerta de su departamento abajo porque nadie tenía una copia de la llave. Lo encontraron plácidamente dormido para siempre en su cama. Paro cardíaco, sentenció el médico. Nada que hacer. Encontraron algo de marihuana y pastillas para dormir pero nada más.
Una de las razones por la que estoy escribiendo esto es porque anoche nos encontramos a cenar con Fito después de estar peleados por más de treinta años. Hubo un encuentro casual en la calle, un abrazo y un intercambio de contactos. Pasó una semana y nos juntamos en un atardecer primaveral sentados en la vereda mirando pasar a las pendejas chetas, divinas, pasear con sus perritos.
Si, justo anoche fue el reencuentro a cenar en un bodegón palermitano. Dos horas de recuerdos y charla animada sin alcohol, drogas ni mujeres. Charla pura y dura. Simplemente nos pusimos al día y ahora caigo que también era una despedida.
Nos conocimos en el Jardín de Infantes, fuimos compañeros ahí y también en la Primaria y la Secundaria. Amigos de toda la vida, se podría decir. El siempre rompía las pelotas con la radio y yo le hacía la segunda: así cuando estábamos en la Secundaria presentamos un demo en la radio del pueblo donde vivíamos y nos dieron un espacio para hacer nuestro programa. El operaba y hablaba y yo lo acompañaba con comentarios. En ese entonces Fito estaba de novio con Victoria, la chica más linda y más inteligente de nuestro curso. A mi siempre me había encantado la Vicky pero ya era medio asexuado y cagón desde chico así que Fito le puso voz de locutor, la chamuyó y se la ganó.
Cuando terminamos la secundaria fue tajante: la dejó a la Vicky y partió a Buenos Aires a rendir el examen de ingreso en el ISER. Tenía la idea fija. Yo para variar no, me desperdigué estudiando primero Publicidad, después Cine, después Astronauta. Cualquiera.
Fito no solo entró en el ISER sino que antes de terminar la carrera ya estaba laburando en una radio de primera línea y al poco tiempo se puso de novio con una periodista que trabajaba con el. Mientras yo seguía mi gira mágica y misteriosa y escribía mis primeros cuentitos.
Nos veíamos seguido en mi departamento o en el suyo, éramos vecinos en los barrios porteños del sur. Comíamos algo, tomábamos birra, fumábamos porro, lo común, la cosa sana. Pero un día Fito trajo la novedad que le había regalado alguien en la radio: un gramo de merca, frula, merluza, milonga o como quieras llamar a la cocaína. Hicimos un canuto con un billete, nos sentíamos los gangsters de "Pulp Fiction" que hacía poco habíamos ido a ver al cine y nos había roto la cabeza a los dos. A mi aspirar me aceleró un poco pero no sentí nada especial. El si, se volvió loco, eufórico y a los gritos se sentía el rey del Universo.
Los dos ligábamos minitas en esa época y edad inolvidable, el muchas más porque era una pequeña celebridad de la radio porteña.
Ahí comenzó un proceso de deformación de Fito: se pasó de la raya, se la creyó, se la tomó toda o no se bien que pero pasó a maltratarme, a subestimarme y a ser agresivo con sus dichos: mucho boludo, mucho loco y el era el más piola del mundo. Así que puse un poco de distancia.
Me acuerdo que entonces me llamó y me dijo que tenía una minita para presentarme. Caí un sábado a la noche a su depto y cenamos con dos loquitas que había conocido en la radio. Una salía con el aunque no oficialmente, entonces trajo una amiga. Otra vez pizza, birra, faso y coca. Yo me chamuyaba a la que me había tocado pero estaba bastante averiado y no podía hilar nada demasiado coherente. El iba y venía con su piruja yendo de la cama al living y entonces hizo algo de cuarta. Como si yo no estuviera le propuso a la amiga de su hueso de hacer un trío, eso fue incómodo para todos y al rato saludé y me fui.
Dejé de verlo por un tiempo a Fito y salía solo. Una noche fui a un boliche que quedaba por Recoleta, en Azcuénaga casi Las Heras. Iba mucha gente del interior y algunas minitas de Capital y esa noche no me la olvido más porque entró Gastón Pauls totalmente roto y las chicas se enloquecieron, se le tiraban encima y el chabón no entendía nada, ya estaba en una complicada. Cuando me fui llovía a cántaros y me guarecí debajo de una parada sobre Las Heras. Había dos rubias que también venían de la fiesta. Comenzamos a hablar y se tenían que tomar el mismo bondi que yo. Una me encantaba y yo le tiraba toda la onda, pero la menos agraciada se metía al medio y parecía intimidar a la bella. Subimos al 17 y seguimos hablando todo el viaje. No hubo caso, pedí un teléfono pero me lo dió la fea.
Salí una vez con esta chica a un bar del barrio, desganado y tratando de no ser antipático, ella estaba chocha y enseguida quiso venir a conocer mi departamento. Una vez dentro me la transé, rascamos un poco y me dijo que quería coger. Sorpresa y media. A mi me daba lo mismo pero lo intenté. Lo intenté y fallé: no se me paró. - Es la primera vez que me pasa- musité pero era mentira. En realidad mi pija no me dejaba mentir, si me gustaba la mujer era sexo salvaje y si no me gustaba como en este caso, la garcha ni se molestaba en crecer. Cosas raras que me pasaban ya de chico. Siempre fui un freak para eso y otras cosas.
Seguí mi vida pensando que esta chica no me iba a llamar mas pero me equivoqué otra vez. Me llamó y me preguntó si no tenía un amigo para presentarle a la linda. Como no tenía nada mejor que hacer pensé en Fito y acepté. Craso error. Fuimos los cuatro a tomar algo por Palermo Hollywood cuando ni siquiera se llamaba así. Fito llegó roto pero a las chicas les hacía gracia porque hacía payasadas. La que más bola le dio fue la fea. Dije bingo, es la mía. Fuimos a bailar y seguimos bebiendo tragos raros como toda la noche. Bailamos lento el con la fea y yo con la linda. Entonces no me pude contener y le tiré los perros a la bella. Me rebotó mal, ofendida buscó a la otra, fueron al baño y luego se despidieron. Nos quedamos solos con Fito en una situación incómoda. No sabíamos que decir y nos despedimos.
No lo llamé más a Fito y cuando me llamaba lo esquivaba. La fea me mandó a la mierda y siempre tuve la impresión de que se contactó con Fito. No tenía más que llamar a la radio y pedir por el. Ya se había enterado de su vida mediática. Lo más loco de todo fue que al poco tiempo conocí una morocha infartante con la que estuve años garchando a morir. Pura intensidad noventosa.
Toda esa parte y otras nunca la supo Fito ni se la conté la noche que nos volvimos a ver. Me siguió tratando con un dejo de superioridad contándome de sus éxitos profesionales, de sus viajes por el mundo y de sus mujeres y bajando un extraño discurso anti excesos, el fanatismo del converso. No le pedí consejos pero me los dió. Era el triunfador hablando con el perdedor. No intenté desmentirlo y de verdad pienso que los dos la pasamos bien recordando anécdotas boludas. El me dijo algo así como que seguíamos siendo parecidos, los dos freaks de pocos amigos. Que sus vecinos lo odiaban por sus fiestas con putas y falopa y que se obligaba a tratar con gente solo en su trabajo. Pensé en decirle que cada vez me sentía mejor escritor pero me contuve. Mi particular locura todos estos años no ha afectado mi parte mental que está impecable pero si mi cuerpo que ya no siente nada de nada: ni alegría, ni tristeza ni deseo.
Me imagino que le cuento esta vez de mis años de locura y soledad asexuada pero meditando y escribiendo como nunca y lo veo que me dice a los gritos: - Todo no se puede, loco, boludo, puto de mierda!!!!!