Cuarenta años atrás yo leía la revista de rock "Pelo" donde había una columna de curioso nombre: "El cazador oculto" firmada por un tal Rodrigo Fresán.
Fresán hablaba de música pero también de literatura, así me enteré de quien era Salinger y justamente, El cazador oculto. También fue la primera vez que oí mencionar "El Gran Gatsby". Y Hemingway y Kerouac, etc, etc.
También leía "Humor" donde escribían de cultura Alan Pauls, Daniel Guebel y Marcelo Figueras.
Pauls además aparecía como columnista en los programas televisivos de Badía.
Como me gustaba todo lo que esta gente escribía, empecé a leer sus libros y sus entrevistas, para, a su vez, saber que leían ellos.
Al que más leí a lo largo de las décadas fue a Alan, es mi escritor argentino favorito. Recuerdo que empecé con una lectura afiebrada de "El Coloquio", su segunda novela, un experimento escrito en potencial que Pauls evita nombrar hoy día. Como un libro maldito, algo de lo que se arrepiente y sacó fuera de circulación.
Ya en Buenos Aires y en los noventas, fui a la presentación de "Historia Argentina", el primer libro de Fresán. También a varias charlas que daba este junto a Juan Forn. Nunca me voy a olvidar que ahí Forn mencionó a "Música para camaleones" de Truman Capote como un libro fundamental en la cruza del periodismo y la literatura.
También fue fundamental para mi en esos años leer "Larga distancia" de Martín Caparrós, preciosas crónicas alrededor del mundo que me volaron la cabeza antes de leer a Capote, Walsh y María Moreno.
Con Pauls una vez me tomé un té y hablando de ajedrez me recomendó "La defensa" de Nabokov.
A Borges nunca lo conocí pero una vez leí que definía a "El corazón de las tinieblas" de Conrad como el libro más intenso jamás escrito. Y si, tenía razón como casi siempre.
Todo esto viene a colación porque Fresán acaba de editar "El pequeño Gatsby" un librito ensayístico a raíz de los cien años de la pequeña gran novela americana.
Así es como me fui formando (y deformando) en mi modesta educación autodidacta.
Y siempre agradecido con los hermanos mayores que bajaban línea, que inspiraban y tiraban data de por donde iba la cosa.
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