Hay algo sumamente profano en practicar yoga u otra disciplina oriental, sólo porque te hace sentir bien o te rejuvenece.
Cada actividad física es una expresión de una creencia religiosa que cierra perfectamente en lo espiritual.
Hay una distancia ridícula, abismal en querer lograr la iluminación para toda la eternidad y en otro caso en querer calmar el stress.
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