
" Viajaron en micro, de noche, acurrucados uno contra el otro, regocijados por el frío polar que hacía, celebrando como privilegios los alfajores resecos, el café lavado pero incandescente que una máquina escupía en una serie de accesos de tos - cómo besó él las ampollitas rosadas que el brebaje hizo brotar en el dorso de la mano de ella-, las frazadas ásperas, demasiado cortas, que unos minutos antes de apagar las luces, en una ceremonia vagamente carcelaria, el chofer suplente había repartido entre los pasajeros. A punto de dormirse, Rímini, sentado del lado del pasillo, miró la ruta desierta, oyó el rumor del motor, vio dos filas más adelante un pie con un zapato suelto, a punto de desplomarse, olió y distinguió la mezcla de olores que flotaba en el micro- alfombra húmeda, vahos de pis, la alianza del tabaco y algunos perfumes baratos, desodorante de ambientes de pino- y tuvo la evidencia, no la simple impresión, de que el amor era en efecto la fuerza alquímica más extraordinaria, la única capaz de transformar la pobreza del mundo en un lujo sublime. Y se durmió, arrullado por el ronroneo que Vera exhalaba contra su cuello".
" El pasado" Alan Pauls